Que me falten las rosas
el cielo y las estrellas,
pero tus manos que constelan
las obras del corazón
no me falten jamás.
Tus manos que saben
empuñar el sonoro caudal
de la vida.
Tus manos que saben hacer
la dulzura del cielo y la tierra.
Tus manos que saben mirar
otras manos para andar.
Tus manos que raptan mi silencio
y encienden la alegría de cada día.
Tus manos
que aman y luchan
esas, esas manos
que no me falten jamás...
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